La Villa de San Demetrio (Saint Demetrius Village), todavía un proyecto en curso, busca dar apoyo y ofrecer un entorno terapéutico para ex militares que padecen Síndrome de Stress Post-Traumático (PTSD) y Traumatismo Craneoencefálico (TBI), para que puedan reintegrase dentro de la sociedad civil y tengan las herramientas para adaptarse y superar las experiencias que les han afectado negativamente. Los monjes de la Ermita atienden a los veteranos; con el tiempo y con el suficiente apoyo económico, un psicólogo y un trabajador social se unirán al personal.
Ambas la villa y la Ermita estan a corta distancia de parajes salvajes, que ofrecen oportunidades recreativas como senderismo, rapel, acampada, pesca, esquí, kayak, y la exploración de lugares arqueológicos y de interés geológico.
Cerca de aquí Alburquerque ofrece oportunidades de empleo así como universidades, colegio mayores, y programas vocacionales en tecnologías para aquellos que desean acceder a la Rehabilitación Vocacional usen su GI Bill.
Nuestra villa estará diseñada como una villa tradicional Mexicana, escondida en las montañas de Nuevo México. Nuestros materiales de construcción son naturales y obtenidos localmente. Usamos rocas locales, madera local, y hacemos nuestros propios ladrillos de adobe. No habrá dos edificios iguales. Algunos tendrán balcones, otros porches. Todas las casas tendrán dos dormitorios, un baño habilitado para discapacitados, una sala de estar, un patio privado, y paneles solares ocultos. Las calles estarán echas con adoquines, con un chow-hall situado en el centro, teniendo asientos tanto dentro del local como fuera. También habrá una capilla, abierta las 24 horas del día para servicios, vigilias, oración privada o lectura de las escrituras, y tranquila reflexión.
Como veteranos que somos también, nosotros (Padre Joshua y Padre Silouan) buscamos cuidar de los “nuestros.” La villa será un lugar humilde, pero uno que sabemos proveerá de un refugio apartado y retirado de la extrema confusión y corrupción que inunda nuestra sociedad, una escapatoria de esa carrera de locos, y preciosas oportunidades para sanar.
Sobre San Demetrio:
San Demetrio sufrió en Tesalónica (antigua Grecia) bajo el reinado de Galerio Maximiano (c. 306). Pertenecía a una de las más distinguidas familias de la provincia de Macedonia y era ampliamente admirado no solo por su noble linaje y gracia de porte, sino también por su virtud, sabiduría y bondad de corazón sobrepasando la de sus mayores.
La experiencia militar de San Demetrio llevo a Galerio, como Cesar del Imperio del Este, a nombrarle comandante de las fuerzas Romanas en Tesalia y Proconsul de la Hellas. Pero por todo ello, Demetrio continuo siendo consciente en todo momento de las fundamentales realidades de la vida. Pues la fe en Cristo había tocado su corazón, toda la gloria de este mundo significaba nada para él, y no había nada que el prefiriera a enseñar y predicar la palabra de Dios.
A pesar de la persecución dirigida contra los Cristianos por el Emperador, San Demetrio trajo un gran número de paganos a la fe. Sus palabras los convencía porque veían en la rectitud, paz y amor fraterno que marcaban su vida una ilustración de la verdad de la que él hablaba.
El Emperador Maximian acababa de ganar una serie de brillante victorias sobre los Escitas y estaba de camino de vuelta a Roma cuando se detuvo en Tesalónica para recibir las aclamaciones del populacho y para ofrecer sacrificios en acción de gracias a los ídolos. Cierto número de paganos, envidiosos del excito del Santo, se aprovecharon de la ventaja de la presencia del Emperador en la ciudad para denunciar a Demetrio como Cristiano. El asombro de Maximiano dio paso a una violenta indignación cuando se le hizo saber que Demetrio estaba haciendo uso de su posición oficial para difundir la fe. Demetrio fue convocado y confinado en una celda, situada en el sótano de unos casa de baños cercana.
Maximian organizo unos juegos y combates de gladiadores a tener lugar en el anfiteatro de la ciudad. Había traído consigo un hombre de gigantesca estatura y hercúlea fuerza Lyaios por nombre, un Vandalo de origen. Tal era la fuerza de este hombre in habilidad en combate singular que nadie podía resistirle.
Había en la ciudad un joven Cristiano llamado Nestor, que viendo el vano orgullo del Emperador en las victorias de su campeón, se preparó mentalmente a mostrarle que el poder real pertenece solo a Cristo. Corrió a los baños donde Demetrios estaba prisionero y pidió la protección de su oración para marchar a enfrentarse al gigante. El Mártir hizo el símbolo de la Cruz en la frente y el pecho del chico, y le envió como a David frente a Goliat. El alcanzo el anfiteatro justo cuando los heraldos estaban llamando en alta voz en todas direcciones a cualquiera que fuera capaz de hacer frente a Lyaios. Avanzando hacia el Emperador, Nestor arrojo su túnica al suelo y grito, “!Dios de Demetrio, ayúdame!” Al primer encuentro, justo en el momento que el gigante se abalanzaba sobre él, Nestor se escurrió a un lado y le apuñalo en el corazón con su daga. Hubo gran clamor y asombro ante la maravilla, y la gente se preguntó a sí mismos como un simple chico, confiando ni en sus fuerzas ni en sus armas, pudo haber derribado tan repentinamente al bárbaro.
En vez de doblegarse ante la señal del poder soberano de Dios, el Emperador monto en cólera y ordeno de inmediato el arresto de Néstor y su decapitación fuera de la ciudad. Él había escuchado la invocación de Néstor al Dios de Demetrio y, suponiendo que el Santo había usado algún tipo de hechicería, Maximiano ordeno a sus soldados ir y ensartar Demetrio con sus lanzas, sin juicio, en las profundidades de su celda en prisión. Hubo algunos Cristianos, incluido Lupus un criado de Demetrio, presentes en su Martirio, y cuando los soldados se hubieron marchado, ellos enterraron con reverencia el cuerpo del Santo.
Era voluntad de Dios que la gracia con que Él había colmado a San Demetrio debía continuar actica incluso después de su muerte. Es por esto que El hizo fluir de su cuerpo una mirra de deliciosa fragancia, que tenía la propiedad de curar todo cuanto tocaba por medio de unción, con fe en la intercesión del santo. Una y otra vez, a lo largo de dieciséis siglos, San Demetrio ha dado prueba de su benevolente cuidado por la ciudad de Tesalónica y sus habitantes. Él les ha defendido de los ataques de barbaros, les ha preservado de plagas y hambruna, sanado los enfermos y confortado los afligidos.
El pasaje citado más arriba ha sido adaptado del The Synaxarion: The Lives of the Saints of the Orthodox Church, Vol. 1, (El Synaxarion: Las Vidas de los Santos de la Iglesia Ortodoxa) compilado por el Hieromonje Makarios de Simonos Petra y traducido del Francés por Christopher Hookway (Chalkidike, Grecia: Santo Convento de la Anunciación de Nuestra Señora, 1998), pp. 481-483.